La primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, presentó su renuncia tan solo un mes y medio después de haber asumido, envuelta en una crisis política que fue escalando en poco tiempo hasta hacerla perder todo apoyo dentro de su propio espacio, el Partido Conservador.

En el marco de la fuerte crisis energética que atraviesa el país, padecida por las grandes mayorías con el incremento del costo de vida, el gobierno había propuesto reducirle los impuestos a los más ricos, lo cual derivó la semana pasada en la renuncia del ministro de Finanzas, Kwasi Warteng, y terminó haciendo insostenible la continuidad de Truss.

Lo que se buscaba con esa medida era eliminar la tasa del 45% del impuesto a la renta pagado por las personas que ganan más de 150 mil libras al año (unos 26 millones de pesos argentinos, convertido al tipo de cambio oficial). Lo polémico de la medida hizo que el país ingrese en una crisis financiera, y la moneda británica cayó a mínimos históricos.

A pesar que desde el gobierno de Truss argumentaban que esa medida brindaría mejores condiciones para la inversión y la creación de empleo, no les quedó otra alternativa que dar marcha atrás. Y el cimbronazo generado con la devaluación de la libra fue tan grande que Truss, al abandonar el programa fiscal presentado en septiembre y perder todo apoyo interno, se vio sin más opciones que dejar el cargo.

“Dada la situación, no puedo cumplir con el mandato para el cual fui elegida por el Partido Conservador”, dijo Truss, que permanecerá en el cargo hasta que ese espacio elija a un nuevo líder, en un proceso de votación legislativa que se espera que culmine antes de fin de mes.

Ganó la lechuga

El comentario en todas las redes sociales fue referido a la victoria de una lechuga por sobre Truss, algo que impulsó el periódico Daily Star, que hace pocos días inició una transmisión en vivo de una lechuga descomponiéndose, para ver si eso ocurría antes o después de que la líder conservadora renunciara. Finalmente, Truss no pudo resistir ante la lechuga.

Bonus track

Brasil: incertidumbre a 10 días del balotaje

La hora final de la campaña se acerca y las encuestas -que le erraron fuertemente en la diferencia entre ambos candidatos en la primera vuelta- hoy marcan una ventaja de entre 5 y 7 puntos a favor de Lula, con números similares a los del 2 de octubre. Esto quiere decir que la enorme mayoría de quienes se abstuvieron o votaron otro candidato, aún continúan sin definir su voto.

En ese marco, Lula declinó esta semana ir a uno de los tres debates previstos porque prefiere “salir a la calle y hablar con la gente”. “No voy a tener más debates de los necesarios”, señaló el líder del PT, que ya participó de un mano a mano con Bolsonaro el domingo. Probablemente antes del 30 de octubre haya otro más.

Lula aprovecha estos días para profundizar lo que hizo durante toda la campaña: moverse cada vez más hacia el centro y ampliar su base. En San Pablo, estuvo reunido con sectores evangélicos y se manifestó «personalmente en contra del aborto», a pesar de que meses atrás había tenido una declaración opuesta.

En ese marco, la primera dama, Michelle Bolsonaro, señaló que “la Biblia misma dice que los sabios se inclinan hacia la derecha y los necios hacia la izquierda”. Todos los sondeos muestran que en ese enorme sector evangélico, Bolsonaro saca una gran ventaja contra Lula, en una proporción de alrededor de 65-35.

La semana que viene se cerrará la campaña y en 10 días sabremos el resultado de las estrategias utilizadas por ambos candidatos. Por lo pronto, Lula tendrá que prepararse para, en caso de ganar, gobernar haciendo equilibrio dentro de la enorme variedad de sectores que ha convocado en estos meses.

Diego Viarengo