“Los precios van por ascensor, los sueldos por escalera”, ironizó Juan Domingo Perón a comienzos de la década de 1970 para describir la situación económica argentina. Cincuenta años más tarde, la frase le calza justo al momento que atraviesa el país, donde sólo en el primer bimestre la inflación trepó a 8,6 por ciento, con fuerte impacto en el precio de los alimentos y la consecuencia caída del poder adquisitivo.
En este contexto, y mientras se apuran medidas para frenar las subas, el Gobierno acordó con empresarios y sindicalistas abrir las paritarias, sin techo, aunque en principio sin bono de emergencia, como sí percibirán los jubilados que cobran la mínima. Este miércoles, la administración de Alberto Fernández oficializó la convocatoria, luego de largas reuniones con la CGT y empresarios que integran la Unión Industrial Argentina (UIA).
Paritarias, una apuesta para recomponer los salarios
Con el decreto para apurar las paritarias, el Gobierno apuesta a un shock que permita recomponer el poder adquisitivo, darle impulso al consumo y hacer crecer la economía. Participarán al menos 26 sindicatos, y en la mesa de negociación se sentarán empresarios y gremios.
Todavía no se sabe cuál sería el piso de las paritarias, aunque en la CGT ya aclaran que estará por encima de la inflación y apuestan a un acuerdo “rápido y sincero” para agilizar la recomposición salarial.
Sueldos por el piso y vara baja
La tarea de recomponer los salarios requiere una arquitectura especial, sobre todo porque si bien es real que los sueldos estuvieron por encima del Índice de Precios al Consumidor, como justificó semanas atrás el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, se parte de una base atrasada.
La vara está baja, para resumirlo, lo que conduce a una situación dramática: hay trabajadores y trabajadoras en relación de dependencia por debajo de la línea de pobreza.
Un informe del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS), de la Universidad Nacional de La Plata, estimó en 2021 que el 31,5 por ciento de las personas ocupadas en la Argentina eran pobres.
Y si bien la pobreza bajó – según el INDEC en el segundo semestre de 2021 alcanzó al 37,3 % – la realidad en el mundo del trabajo es homogénea: el sueldo no alcanza.
Quién se queda el crecimiento, la discusión de fondo
Esta semana, en un acto con la CGT y en medio de la interna del Frente de Todos, Máximo Kirchner fue tajante: “¿Quién se está quedando con lo que cobraba un trabajador en 2015?”, se preguntó el diputado, quien recordó que ese año, un trabajador metalúrgico ganaba por mes U$S 2.000 y hoy no llega a U$S 900.
En un contexto donde la economía viene de crecer al 10 por ciento en 2021 y se acelera la recuperación, con caída de cinco puntos de la pobreza, y la baja del desempleo al 7 por ciento, muy por debajo de los niveles pre pandemia, resuenan con fuerza las palabras de Cristina Kirchner en diciembre de 2020, cuando en un acto en La Plata habló del desafío de que el crecimiento “no se lo queden tres o cuatro vivos”.
Agustín Gulman
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