​Luego de cuatro semanas de intensa campaña tras la primera vuelta, Luiz Inazio Lula da Silva y Jair Bolsonaro se enfrentarán este domingo en un balotaje que convocará a votar a más de 156 millones de brasileños y brasileñas para que elijan a su presidente para el período 2023-2026.

En uno de sus últimos actos de campaña, Lula remarcó que la temática ambiental será clave en su hipotético tercer mandato. El ex canciller Cleso Amorim sostuvo que será un «elemento central en la política exterior, porque de la cuestión climática depende la supervivencia del planeta”. La ex ministra Marina Silva, que durante más de una década estuvo distanciada del PT, volvió a acercarse a Lula para vencer a la ultraderecha y volvió a ser una de las referentes del espacio en esa área.

Bolsonaro, mientras tanto, volvió a instalar la idea de un posible fraude en su contra el domingo, por lo que crecen las chances de que no reconozca la derrota en caso de que pierda por un margen pequeño. Incluso presentó una denuncia contra el Tribunal Superior Electoral, asegurando sin pruebas que las radios del nordeste dejaron de emitir sus spots y pidiendo que se eliminen todos los de Lula para compensarlo.

En medio de las acusaciones cruzadas que fueron creciendo durante estos últimos meses, hoy se dará el debate final entre ambos candidatos presidenciales, que se verán las caras frente a frente una vez más antes de que los brasileños y brasileñas acudan a las urnas para dar su veredicto final.

El encuentro de hace 10 días, en el que Lula acusó a Bolsonaro de ser “el rey de las fake news”, dejó una regla muy particular para el último: los candidatos no pueden tener contacto físico. Esto ocurre después de que el actual presidente apoyara su mano en el hombro del líder del PT, forzando una imagen que luego sería objeto de memes y burlas en las redes sociales.

Datafolha, la encuestadora más importante del país, anticipa un 53% de los votos para Lula contra un 47 para Bolsonaro, aunque es imposible saber si esto se verificará en la realidad: en primera vuelta, esta consultora erró en más de 10 puntos la intención de voto del actual presidente, aunque acertó en el caso del líder del Partido de los Trabajadores.

El escenario es absolutamente cerrado e incierto. No solo no se sabe quién puede ganar, incluso Bolsonaro viene remontando levemente en las mismas poco confiables encuestas; sino que tampoco se sabe qué hará el actual presidente en caso de perder. Si no reconoce una derrota, ¿Cómo reaccionará la sociedad brasileña, el sistema político, el resto de los países y hasta el propio Lula? La incógnita recién se revelará este domingo.