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Lula ganó, pero no pudo evitar el balotaje. ¿Y ahora?

Punto Panorámico

3 de octubre de 2022

El expresidente brasileño Luiz Inazio Lula Da Silva ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales con un 48,42% de los votos, contra el 43,21% conseguido por el actual mandatario, Jair Bolsonaro. Esta diferencia de 5 puntos (y más de 6 millones de votos) fue mucho menor que la pronosticada por las encuestas, que era de alrededor de 14.

Si bien el resultado final marcó una buena distancia (aunque no suficiente para ganar) a favor de Lula, el clima de la noche del domingo atravesó diferentes momentos: en las primeras horas del escrutinio Bolsonaro iba ganando por 8 puntos, y el líder del PT fue recortando la ventaja muy lentamente hasta lograr dar vuelta los números.

Más allá de cualquier análisis que se pueda hacer, yendo estrictamente a los números, las encuestas predijeron correctamente la intención de voto de Lula, pero se quedaron cortas con la de Bolsonaro, que medía alrededor de 35 puntos y terminó consiguiendo más de 43. Esto lo deja como un candidato totalmente competitivo para el balotaje, a pesar de estar 6 millones de votos atrás del ex obrero metalúrgico.

Las mayores sorpresas se encuentran al desglosar el mapa por región. En el estado de Sao Paulo, el más poblado del país, en donde se esperaba una cómoda victoria del lulista Fernando Haddad, ganó el bolsonarista Tarcísio de Freitas por 7 puntos. Por su parte, el ex juez Sergio Moro, quien encarceló de manera ilegal a Lula, obtuvo una banca en el Senado por el estado de Paraná.

De todos modos, Lula tiene a priori todas las condiciones alcanzar su tercer mandato como presidente: está a menos de dos puntos de la famosa “mitad más uno” de los votos, y se cree que tanto Simone Tebet (4,17%) como Ciro Gomes (3,05%), quienes lograron el tercer y cuarto puesto este domingo, le brindarán abiertamente su apoyo para el balotaje en los próximos días. Esto último no quiere decir que todos los votantes de Tebet y Gomes vayan a hacer lo que ellos digan, pero Lula está tan cerca del 50% que su postura puede ser determinante.

Otro dato importante para prever lo que puede llegar a pasar en 28 días es la participación superior al 79%, que se encuentra en los niveles habituales de las últimas elecciones presidenciales en el país vecino. Eso dificulta pensar en que una gran cantidad de nuevos electores se presenten en el balotaje y terminen volcando la elección a favor del ultraderechista.

Uno de los fantasmas que circulaban en la previa de la elección era la posibilidad de que Bolsonaro, actuando “a lo Trump”, no reconozca la derrota y denuncie un fraude. Por ahora, sabiendo que aún su candidatura es competitiva, el líder conservador prefirió reconocer los resultados. Esto no quita la posibilidad de que en cuatro semanas, con una victoria ajustada de Lula en la segunda vuelta, Bolsonaro no pueda actuar de forma antidemocrática y convertir la hipotética transición en una crisis política sin precedentes.

Por el momento, sus declaraciones no salieron del libreto que ya venía manejando. “Hay una sensación de cambio, pero el cambio puede venir peor”, señaló, y habló de las situaciones de Argentina, Chile, Colombia, Nicaragua y Venezuela como ejemplo de «países que viraron hacia la izquierda y les fue peor».

Por su parte, Lula dijo que «nada ocurre por casualidad», y que el hecho de no ganar en primera vuelta brinda la oportunidad de viajar más por el país para «seguir convenciendo a la sociedad brasileña». “Me encanta hacer campaña, y tenemos 28 días más. Vamos a ganar estas elecciones. La lucha continúa hasta la victoria final», afirmó.

La polarización, que ya venía siendo fuerte (los dos principales candidatos concentraron más del 91% de los votos), se acrecentará aún más en estos días. En ese sentido, Lula destacó que “la segunda vuelta será la primera oportunidad para tener un debate cara a cara con Bolsonaro”. Ese encuentro promete ser histórico.

Lula conserva altísimas posibilidades de volver al Palacio del Planalto, y el porcentaje de votos conseguido fue similar al que logró en 2002 y 2006, años en los que también necesitó un balotaje para ganar. Lo que deja la sorpresiva remontada de Bolsonaro, además de un escenario abierto, es la certeza de que en caso de que Lula triunfe, el país que gobernará estará absolutamente polarizado, con un parlamento fragmentado en el que habrá una oposición extremista de fuerte discurso violento y con una enorme capacidad de movilización y daño: esto no se había vivido en las últimas décadas en el país.

El resultado final es impredecible, y se sabe que más allá de la ventaja con la que llegue uno u otro candidato, las segundas vueltas siempre son “un partido aparte”, en el cual puede pasar cualquier cosa. La política no es matemática, y las encuestas una vez más han demostrado la ineficacia que las caracteriza en todo el mundo desde hace años. El resultado, determinante para el futuro de la región, no lo sabremos hasta la noche del 30 de octubre.

 

Diego Viarengo

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