El aumento del 13,8 por ciento en el costo de la medicina prepaga que autorizó el Gobierno esta semana desató un nuevo cruce al interior del Frente de Todos. Cristina Kirchner reapareció con un fuerte mensaje en el que calificó como “francamente inaceptable” la nueva suba del servicio, que acumula casi un 114 por ciento en 2022, con una extraña paradoja: la fuga de profesionales de la salud, que huyen de la atención en prepagas, hartos de los bajos salarios y las demoras en los pagos.

La crítica de la vicepresidenta fue la más contundente no sólo desde el atentado del que fue víctima hace casi dos meses, sino también desde la asunción de Sergio Massa como ministro de Economía, a comienzos de agosto pasado. El mensaje de Cristina es aún más amplio y cristaliza una pregunta que un sector del Frente de Todos replica en otros ámbitos de la gestión económica: ¿por qué la medicina prepaga aumentará por encima de la inflación, pronosticada en torno al 100 por ciento, mientras que la mayoría de los acuerdos salariales están muy por debajo de ese porcentaje?

Por otro lado, el aumento de la medicina prepaga choca con el planteo de defender los precios regulados como una herramienta para ponerle un ancla a la inflación, un planteo que sostiene la propia Cristina y defienden en público algunos de sus economistas de mayor confianza. “Manifestamos nuestra opinión contraria a seguir concediendo aumentos que afectan a las familias argentinas en un servicio imprescindible como el de la salud y que además agrava el proceso inflacionario”, cuestionó CFK.

Aunque es cierto que el sector enfrentó fuertes subas, cierto es también que en los últimos cinco años las prepagas tuvieron importantísimas ganancias. Desde 2018 duplicaron sus ingresos en dólares. Sólo en 2022 hubo ocho aumentos. Pero desde 2019, las subas en el sector acumulan un 343,9 por ciento. Es verdad que en 2020 los incrementos estuvieron prácticamente congelados (solo aumentaron un 10 % en diciembre), aunque a partir de 2021 la aceleración fue brutal y en el primer semestre incrementaron sus valores casi un 50 por ciento.

La nueva suba se definió en base a una evaluación de la estructura de costos realizada por el Ministerio de Salud, que estimó que un 52,4 % de los precios tiene que ver con el gasto en recursos humanos; un 17,2 % en los insumos médicos; un 12,2 % en medicamentos y otro 18,2 % en otros insumos. Para final de año, habrán aumentado un 113,8 %.

En el sector empresarial salieron rápidamente en defensa del incremento, con un argumento que suena lógico, y que expone la fragilidad económica de un contexto donde los aumentos salariales se van por la amplia canaleta de la inflación. El dueño de Swiss Medical, Claudio Belocopitt, presidente de la Unión Argentina de la Salud indicó que durante el gobierno de Alberto Fernández las subas fueron inferiores a la inflación. “De enero de 2020 a diciembre de 2022 las cuotas van a haber aumentado 247,6 %, mientras que la inflación proyectada da 306,5”, indicó.

En paralelo, los usuarios de las prepagas enfrentan un problema para nada menor: la fuga de profesionales de la salud que, como nunca, se vio registrada en el último año. La salida, que según las empresas del sector es “por goteo”, produce como efecto inmediato la dificultad para conseguir turnos en plazos razonables, ya no sólo para especialidades complejas, incluso para médicos clínicos.

El dato es preocupante si se tiene en cuenta que, según los empresarios, entre sus socios tienen como pacientes a casi un 70 por ciento de la población. La salida obedece centralmente al factor económico: hay un atraso superior al 35 por ciento, pero por sobre todas las cosas, las demoras en los pagos son de seis meses, lo que vuelve inviable el trabajo de los profesionales de la salud.