​A menos de 3 semanas para las elecciones presidenciales, Luiz Inazio Lula da Silva recibió el apoyo de Marina Silva, dirigente política y referente del ecologismo que fue su ministra de Medio Ambiente durante los primeros 5 años y medio de gobierno, pero que se distanció del Partido de los Trabajadores en 2008.

“Nuestro reencuentro político se da frente a un escenario grave de la vida política. Tenemos la amenaza de las amenazas, una amenaza a nuestra democracia”, afirmó Silva, en una conferencia de prensa que dio en San Pablo junto al propio Lula, y agregó que el objetivo es “derrotar a la semilla malvada del bolsonarismo”.

Lula, por su parte, destacó que la alianza «es una demostración de que la democracia puede ser ejercida incluso cuando hay divergencias puntuales», y aseguró que el medio ambiente será un tema fundamental en su hipotético tercer gobierno. “Nosotros comenzamos en 2003 a implementar la agenda socioambiental. Luego fue debilitada y ahora destruida por el gobierno de Bolsonaro”, agregó.

Silva, que como candidata presidencial rondó el 20 por ciento de los votos en 2010 y 2014, es evangelista practicante, por lo que podría ayudar a acercar al PT un electorado que le viene siendo esquivo. De todos modos, asegura que Brasil es un Estado laico y que le preocupa «la mezcla compleja de fundamentalismo político con fundamentalismo religioso» que hay en la política nacional.

En ese sentido, la encuesta publicada ayer por la consultora Pesquisa da cuenta de que la polarización Lula – Bolsonaro es muy clara en distintos segmentos del electorado. El escenario general prevé un 41% de intención de voto para el líder del PT y un 35% para el actual presidente, algo que hace tan solo una semana era 42-34.

Cuando se busca el detalle de las personas encuestadas, se puede ver la enorme diferencia de género entre ambos electorados. En el caso de las mujeres, Lula gana 45 a 27, mientras que en el de los varones triunfa Bolsonaro 42 a 36. La división también se ve en la religión, con Lula venciendo 48-29 en los votantes católicos y Bolsonaro 51-26 en los evangelistas.

En lo que hace a la cuestión generacional, los resultados son más parejos, pero Lula se destaca principalmente en los votantes más jóvenes y en los adultos mayores, mientras que Bolsonaro tiene mejores números en la gente de mediana edad. Respecto del nivel económico, Lula arrasa entre quienes cobran un salario mínimo o menos (63-12) y Bolsonaro lo hace con las personas de mayores ingresos (53-25).

La probabilidad de que el expresidente gane en primera vuelta es cada vez más lejana, ya que hace meses se encuentra estancado en su intención de voto, mientras que Bolsonaro logra una leve pero sostenida recuperación semana a semana. A pesar de esto, los números para el posible balotaje son contundentes: un 51% votaría a Lula contra un 38% que elegiría a Bolsonaro, con un 10% de indecisos o personas que tenderían a votar en blanco.

Temor por la radicalización del bolsonarismo

Mientras Lula sigue sumando dirigentes de distintos espacios a su armado para contar con una fuerza lo más amplia posible, tampoco queda de lado la preocupación por el aumento de la violencia política tolerada o hasta promovida por el bolsonarismo.

La semana pasada, en el marco de una discusión política un joven seguidor de Bolsonaro de 24 años asesinó a puñaladas a un compañero de trabajo que defendía a Lula. El hecho ocurrió en el estado de Mato Grosso y se suma a otro crimen político ocurrido hace dos meses, cuando un policía asesinó al tesorero del PT en Foz do Iguaçu, Marcelo Arruda.

Desde el lulismo no dudan en relacionar esta clase de hechos extremos e inconcebibles con el discurso promovido por el propio Bolsonaro, quien hace cinco días dijo en un acto electoral que Lula es un «bandido» que debe «ser extirpado de la vida pública», y acusó a sus votantes de «no tener nada en la cabeza».

Diego Viarengo