Faltan solo 12 días para que los brasileños y las brasileñas vayan a las urnas a elegir presidente. Si bien hay varios candidatos y está latente la posibilidad de que haya una segunda vuelta, la polarización es muy fuerte y todos los focos están puestos en el ex presidente Luiz Inazio Lula da Silva y el actual mandatario, Jair Bolsonaro.

Lula lanzó hace pocos días un spot en el que busca desacreditar de forma didáctica los “fantasmas” que Bolsonaro trata de poner alrededor de su candidatura:

¿Brasil va a girar al comunismo? Con Lula en el poder, el pueblo podía comprar casas y autos.

¿Lula va a cerrar iglesias? Como presidente nunca las cerró, e incluso fue quien sancionó la Ley de libertad religiosa.

¿El PT va a quebrar a Brasil de nuevo? Nunca quebró, con Lula éramos la sexta economía del mundo.

Con una comunicación de campaña muy afilada, Lula también decidió hace una semana participar de un Space de Twitter junto a un conocido influencer brasileño llamada Muko, del cual participaron 100 mil personas que pudieron enviarle preguntas al ex presidente.

Por su parte, Bolsonaro agita otros fantasmas que generan una preocupación mayor en los seguidores del PT: la posibilidad de que, ante un resultado adverso que lo deje sin balotaje, decida no reconocer la derrota y emular la actitud de Donald Trump cuando perdió las elecciones en Estados Unidos, denunció fraude y trató de resistir hasta último momento, finalizando con el recordado episodio de la toma del Capitolio.

En ese sentido, es importante destacar el inédito documento firmado por ocho ex secretarios de Defensa y cinco ex jefes del Estados Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, en el que destacan que los militares «deben apoyar y defender la Constitución», y que «debido a que los votantes (no las fuerzas armadas) deciden quién será el comandante en jefe, deben prepararse para quien elijan los votantes, ya sea un titular reelegido o alguien nuevo». El mensaje es claro: Estados Unidos de ninguna manera avalará un intento de golpe por parte de Bolsonaro.

“Si yo tengo menos del 60% de los votos es porque algo anormal ocurrió en el Tribunal Superior Electoral, teniendo en cuenta la cantidad de gente va a mis eventos y cómo soy recibido en todos los lugares a los que voy”, señaló Bolsonaro en una entrevista televisiva, como para seguir alimentando ese tipo de versiones.

«Uno ve los actos de Lula, del PT, no va nadie y si van algunos miles es porque les pagan, los llevan en micros, es gente que va por dinero, no están animados con la elección de Lula”, agregó el actual presidente, que el domingo estuvo en Londres, presente en el funeral de la Reina Isabel II.

Lula aprovechó ese viaje de su adversario para criticarlo, y sostuvo que su único objetivo es “hacer campaña”. «¿No sería mejor que el genocida visitara a las familias de las personas que murieron de COVID?», señaló. La gestión de la pandemia es uno de los principales ejes del PT para pegarle al bolsonarismo.

Quedan pocos días para el cierre de campaña, y el gran enigma es si a Lula le alcanzará para ganar en primera vuelta. Para que eso ocurra, será clave la performance electoral del tercero en discordia: Ciro Gomes, quien según las principales encuestas tiene entre 7 y 9 por ciento de intención de voto, un número que no le permite ser competitivo, pero que en este contexto favorece a Bolsonaro.

Gomes es otro de los ex ministros de Lula que rompieron hace varios años con el PT, y cuyo caudal electoral iría en su mayoría en contra de Bolsonaro en caso de que haya segunda vuelta. Si bien hay un sector de su propia coalición que presiona para que baje su candidatura, esa chance parece cada vez más lejana. La profundización de la polarización en este sprint final de la campaña será lo que determine si Lula logra ser electo el 2 de octubre o tendrá que esperar a un segundo round con final incierto.

Diego Viarengo