En caso de alinearse los planetas del Frente de Todos, este viernes Alberto Fernández y Cristina Kirchner volverán a reencontrarse en público tras casi cien días sin hablar, y en medio de las internas al interior de la coalición oficialista que llegó al poder en 2019. El marco será un acto en Tecnópolis por los 100 años de la creación de la petrolera estatal YPF. La Cámpora ya anunció que movilizará para acompañar a la vice, y, al cierre de esta edición, fuentes de la Casa Rosada confirmaban la presencia del Presidente.
Cien días para enamorarse
Alberto y Cristina se vieron las caras por última vez el 1º de marzo pasado, durante el acto por la apertura de Sesiones Ordinarias del Congreso. La vicepresidenta acompañó al Presidente en su salida y esa fue la última ocasión en la que hablaron. Desde entonces, las internas en el Frente de Todos se agitaron como nunca antes, con múltiples críticas, dardos cruzados y dolorosas acusaciones, principalmente vinculadas al rumbo económico del Gobierno.
La presencia de la vicepresidenta fue confirmada ayer por la tarde. El acto está previsto para las 17 en Tecnópolis y el Presidente también fue invitado formalmente, y aunque en su entorno primero evitaron confirmar su presencia, finalmente a última hora se supo que Alberto estará en el predio que inauguró su vice hace más de una década.
La última gran aparición en público de Cristina fue a inicios de mayo en Chaco, donde habló de la “insatisfacción democrática”, negó una pelea y eligió el término “debate” y remarcó que “las únicas víctimas son los que no llegan a fin de mes”. “Por eso tenemos la obligación de discutir”, sintetizó.
A lo largo de los casi cien días que transcurrieron desde la última vez que conversaron las internas no pararon de filtrarse, entre amenazas de ruptura y críticas sin fin desde el riñón del kirchnerismo hacia el rumbo económico de la gestión que apuntaban directamente al ministro de Economía, Martín Guzmán, primero por el acuerdo con el FMI; luego por la falta de distribución de los ingresos y finalmente por la falta de lugar que tenía el kirchnerismo en la toma de decisiones del Gobierno.
Andrés “Cuervo” Larroque fue el vocero de buena parte de las críticas en estos meses. Llegó a decir que La Cámpora sufría una “peligrosa autoproscripción” dentro del Frente de Todos y le reclamó a Alberto Fernández que “no se lleve el gobierno a la mesita de luz”.
En el medio pasó de todo. Desde los ataques a piedras al despacho de la vicepresidenta en el Congreso, donde La Cámpora responsabilizó al albertismo por la falta de condena y solidaridad – Alberto confesó que le envió un mensaje y no recibió respuesta -, hasta los proyectos con los que Máximo Kirchner buscó generar un dique de contención, como un alivio económico adelantando la suba del salario mínimo vital y móvil.
A pesar de que en público hubo (y hay) un coro de acusaciones cruzadas (Luis D’Elía, por caso, mandó atrabajar a Larroque, dijo que Cristina conduce a un “suicidio político”, criticó a Máximo y hasta cuestionó los métodos de Guillermo Moreno durante la gestión de CFK), el Gobierno también se hizo eco de una propuesta de la vice que insistió en la necesidad de recomponer salarios de informales, monotributistas y jubilaciones y, semanas atrás, anunció comenzó a pagar un bono extraordinario a esos sectores.
En el Gobierno se ocuparon de aclarar – incluso con actos y fotos – que a pesar de la interna había buen diálogo entre sectores que responden a una y otra ventanilla.
En paralelo, y mientras las críticas a Guzmán no cesan, el ministro de Economía anunció el proyecto de ley para gravar la Renta Inesperada a los sectores que por la guerra en Ucrania tuvieron ganancias extremas. Aunque se anunció hace más de un mes, todavía no hay novedades de la iniciativa. El sábado, el jefe del Palacio de Hacienda confirmó que en los próximos días llegará al Congreso.
“Sin la unidad no se puede y con la unidad no alcanza”, pronosticó la semana pasada Larroque en declaraciones a Radio Provincia. En las últimas semanas, más que nunca, a ambos lados del Frente de Todos pidieron frenar las internas. La figura del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro parece clave en ese sentido, como uno de los vasos comunicantes entre Alberto y Cristina.
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